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A revista Nodal - Argentina-nos brinda com uma matéria para todos refletirmos e agirmos.É preciso respeito, dignidade ao sujeito, seja que corpo tenha.O corpo é o que conduz o sujeito no espaço e apresenta-o ao mundo. Infância é coisa seríssima para deixarmos ao leo. Todos precisamos ouvir, apoiar e sobretudo AGIR.
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Por Mariana Carbajal
“Quiero que el cuerpo travesti y trans esté en la escuela”, dice Gabriela Mansilla, y subraya al hablar cada palabra, como si las fuera marcando con resaltador fluorescente. Pronuncia con énfasis para reclamar la actualización de los contenidos de la educación sexual integral para que se incluya la transgeneridad. Gabriela es la mamá de Luana, la primera niña trans en obtener en el país, a los 6 años, su DNI con la identidad femenina autopercibida, una historia que reveló en 2013 Página/12 y dio la vuelta al mundo (https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-225462-2013-07-28.html ). Desde entonces, Gabriela emprendió una enorme lucha por infancias trans libres de violencias y discriminación y se convirtió en referente para decenas de familias que enfrentan el mismo desafío que le tocó a ella: acompañar a una hija o hijo que empieza a manifestar su disconformidad con el género asignado al nacer. En los dos años y medio que tiene la Asociación Civil Infancias Libres –que ella fundó– acompañó a más de un centenar de madres y padres –sobre todo madres, incluso de Chile y de Ecuador– con las mismas preguntas y miedos que tuvo ella cuando uno de sus hijos mellizos le empezó a decir, a los 2 años, “yo nena, yo princesa”. Luana ya tiene 12 años, termina en diciembre la escuela primaria y decidió, después de evaluar pros y contras, que no quiere someterse a tratamientos hormonales para bloquear el desarrollo puberal masculino que se manifestará pronto en su cuerpo: “Yo voy a ser como mi tía Susy Shock”, le dijo a su madre. El año próximo cambia de colegio e ingresará al secundario y Gabriela busca que la comunidad educativa esté preparada para convivir en el aula con una adolescente trans travesti. En una extensa entrevista con Página/12 cuenta sus temores y sus dudas, pero sobre todo exige educación para que les pibes trans sean respetados en las escuelas. Y advierte que durante la gestión macrista se desmantelaron políticas públicas que favorecían la igualdad de género. “Fue un saqueo de derechos”, describe y se esperanza con el cambio de presidente.
Este lunes, Gabriela presentó en la Legislatura bonaerense, junto a diputadxs y senadorxs del Frente de Todos, un relevamiento en base a entrevistas a madres, padres y responsables de cien niñeces trans de 4 a 17 años, que acompañó en el último año. “No son casos aislados. Si yo sola acompañé a tantos, al menos debe de haber el triple en todo el país”, calcula Gabriela. Un 46 por ciento empezó a manifestar su disconformidad con el género asignado al nacer cuando tenían entre 1 y 4 años; un 31 por ciento, entre los 5 y los 8 años. Los síntomas de ese malestar, las reacciones de su núclero familiar, el periplo ante profesionales de la salud para entender qué les pasaba, los conflicto para aceptar la experiencia de su hijx, sus deseos de modificar la corporalidad, las respuestas y obstáculos que encontraron en el ámbito escolar, son algunos de los ejes que se indagan en el primer informe de este tipo en la Argentina (ver aparte).
Su libro “Yo nena, yo princesa”, https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-246481-2014-05-18.html , que empezó a escribir en 2011 en cuadernos espiralados, y publicó en 2014, contando sus vivencias en el acompañamiento a Luana, llegó a lugares inimaginables. Ya fue traducido al italiano. Gabriela recorre el país dando charlas para concientizar sobre infancias trans y a la vez impulsa en la Cámara de Diputados y en la Legislatura bonaerense un proyecto para que un día al año se hable del tema en las aulas.
–¿Cómo está Luana?
–Lu está por entrar a la secundaria el año que viene, ya tiene 12 años. Está muy concentrada en esta percepción de su identidad travesti. Ya está dejando de lado esa idea de ser una nena trans para darse cuenta de que hay un tercer lugar. Luana me pidió una mitad. Me dijo: ¿Hay una mitad para mí? Y esa mitad tiene que ver con no ser varón, obviamente, pero tampoco no ser mujer. Esa mitad tiene que ver con esa tercera baldosa simbólica donde lo trans y lo travesti no está reconocido en la sociedad ni tampoco va a estar reconocido en su escuela nueva. Ella rechazó a principio de año por propia voluntad los tratamientos de bloqueo de la pubertad. Me dijo claramente que si empezaba con inyecciones todos los meses “mamá, no voy a ser yo y yo soy trans”. Van a desarrollarse en ella los caracteres secundarios esperables para una persona trans, la nuez, la barba, la contextura física, por su alto nivel de testosterona como tienen todas las chicas trans/travestis. Por ahora va a atravesar la pubertad así, lo más saludable posible porque investigando, averiguando, nos enteramos –y es importante que se sepa–, que los bloqueos de la pubertad en menores de edad traen consecuencias en el sistema de salud como descasificación en los huesos, reducción del tamaño de los genitales, y en la altura, unos diez centímetros menos crecería, puede provocar posibles cefaleas, nauseas, erupciones en la piel. No quiere decir que le pueda ocurrir a todos los chicos que siguen este tipo de tratamiento. Pero hay una presión social de que se parezcas a ese estereotipo, ya que es nena y tiene DNI como nena. Esto hace que las familias y las mismas personas menores de edad trans quieran evitar el desarrollo puberal.
–¿Cómo se informaron al respecto?
–Hablé con endocrinólogos y endocrinólogas. La mayoría de las adolescencias que transitan por Infancias Libres concurrieron a profesionales con sus padres y madres y les dijeron lo mismo. Pensar que se le va a detener el crecimiento de los genitales a Luana a los 12 años de edad y a los 16 va a tener los de una niña de 12 no tienen sentido. ¿Y su futura sexualidad en qué va a quedar? ¿En pos de qué y para qué? ¿Para quiénes ella tiene que transformar su cuerpo? Y esta nena, con 11 años, a principios de año, evaluando los pro y los contra, tuvo que tomar esta decisión. Elegir entre un cuerpo saludable o uno que va a seguir teniendo una expectativa de vida de 35 años, como tiene la población trans por más que sea esta nueva generación acompañada por su familia. A los varoncitos trans se le corta la menstruación a los 9 o 10 años. ¿Eso es saludable? Yo respeto a cualquier persona trans que decide intervenir su cuerpo porque entiendo que es víctima de un sistema que oprime y obliga a cumplir con estereotipos pero las mamás y papás ¿sabemos las consecuencias de que a un nenito trans se le suspenda la menstruación hasta que sea mayor de edad y decida aplicarse terapias de reemplazo hormonal, porque se supone que un varón no menstrúa? Pero el cuerpo va a pasar factura a largo plazo. Luana me sorprendió, me emocionó, lloré mientras me decía: “Mamá, no llores porque yo voy a poder…. Yo voy a ser como mi tía Susy Shock”.(http://bit.ly/2lY5YWS)
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