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segunda-feira, 31 de janeiro de 2011

Las damas mueven el tablero

Año 3. Edición número 141. Domingo 30 de enero de 2011
Por Ricardo Romero, politólogo UBA/UNSAM
internacional@miradasalsur.com
La cita presidencial de mañana en la Casa Rosada será el primer encuentro oficial entre las Jefas de Estado Cristina Fernández de Kirchner y su par brasileña Dilma Rousseff. (AP)
OTRAS NOTAS

Brasil se viste de mujer
Casi como una metamorfosis kafkiana, devino la mariposa y Brasil ahora comienza a volar con belleza femenina. Aquella joven guerrillera, que padeció la tortura de una dictadura asesina, con el esfuerzo de haberse recibido de economista y haber mostrado su capacidad en la gestión pública, llega a la presidencia luego de haber enfrentado su primera contienda electoral. La flamante presidenta Dilma Rousseff tiene el reto de marcar su impronta en un nuevo gobierno.
Rumbo a un G-20 recargado
La presidenta de la Nación, Cristina Fernández, seguirá la próxima semana con su agenda de actividades, que retomó el lunes pasado, luego del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner. Viajará a Seúl, capital de Corea del Sur, para participar de la V Cumbre del Grupo de los 20 (G-20). Su arribo a esa ciudad está previsto para el próximo miércoles en horas de la tarde. La cumbre tiene dos actividades centrales: la reunión de presidentes y un encuentro con más de 100 de los empresarios más importantes del mundo.
La herencia de Lula
Realizar un análisis de la política brasileña no puede restringirse a ver las tendencias en las encuestas o los discursos políticos, por el contrario, debe comprender la formación histórico-social y delimitar la estructura política que se deriva de la misma.
Argentina y Brasil con una relación “más que buena”
El encuentro que el viernes pasado mantuvieron los presidentes Cristina Fernández de Kirchner y Luiz Inácio Lula Da Silva durante cuarenta minutos y con agenda abierta, sirvió para disipar todos los nubarrones que en los últimos días se habían acumulado en el horizonte comercial entre Argentina y Brasil. Apenas finalizada la reunión, Fernández de Kirchner la calificó como “más que buena”. Aseveró que entre ambos países “no hay problemas de ninguna naturaleza” y que “la idea es aumentar el volumen del intercambio comercial”.
El Consenso de Buenos Aires y el recuerdo de Néstor y Lula
Se acaban de cumplir siete años de vigencia del “Consenso de Buenos Aires”, magnífico documento político y programático fruto del genio de dos grandes estadistas latinoamericanos con dimensión histórica: el presidente Lula y nuestro querido compañero Néstor Kirchner.
La nueva agenda de Lula Da Silva
Con una finta digna de un crack de fútbol de la selección verdeamarelha, el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva eludió la marca de la Justicia Electoral –quien lo multó seis veces por hacer proselitismo en favor de la candidata presidencial oficialista Dilma Rousseff– y anunció que sólo ejercerá como Jefe de Estado hasta las seis de la tarde. El resto de las horas, de acá a los comicios del 3 de octubre, lo dedicará exclusivamente a oficiar de maestro de ceremonias en cada acto y mitin del PT.
En la primera cumbre presidencial de la era Fernández-Rousseff, las Jefas de Estado de Argentina y Brasil impulsarán mañana en Buenos Aires el denominado Polo Industrial del Sur para dinamizar la integración productiva en sectores estratégicos como el energético y el petrolero
El diario Clarín destacaba en su edición del 2 de enero pasado que la presidenta de Brasil Dilma Rousseff no había citado a la Argentina en su discurso de asunción. En menos de 24 horas, se esfumó ese intento de buscar discordias bilaterales, cuando los cancilleres de ambos países anunciaron que la mandataria brasileña fijaba a Buenos Aires como primera visita internacional. Este offside periodístico elude los condicionamientos estructurales que tienen ambos países, tanto históricos como coyunturales, que los relaciona en forma estratégica y preponderante. Al elegir a nuestra nación como principal escala diplomática, Dilma reafirma el énfasis que pondrá en la política exterior en relación con los países del Sur, tanto en América como hacia las naciones pobres o emergentes. Además, buscará continuar con las líneas políticas entabladas en instancias del bloque Unasur y la proyección de Brasil en otros niveles de cooperación internacional, especialmente en el sistema ONU, donde busca ocupar una silla en su consejo permanente.
Por otra parte, se produce un hecho histórico, con el encuentro de dos mujeres al frente de estos Estados. Al ganar la elección presidencial brasileña, la jefa de Estado argentina Cristina Fernández ya le había dicho a su par: “Bienvenida al club de las compañeras de género”. Dilma, al igual que su colega argentina, tiene el desafío de marcar su propio perfil en la gestión y potenciar la popularidad que hereda de Luiz Inácio Lula da Silva. En este sentido, la relación con Cristina abre la posibilidad de mostrar capacidades de conducciones femeninas para trabajar en el armado de una agenda común, especialmente desde, hacia y para mujeres; y esta perspectiva de género será una impronta diferente a la relación Lula-Néstor Kirchner.
En primera instancia, la llegada de Dilma refuerza lazos de convergencia tanto en la integración económica como en la política de ambos países en el escenario latinoamericano y mundial. Mañana, ya en Buenos Aires, la presidenta de Brasil tiene una agenda con una maratónica lista de actividades, que van desde reuniones con Cristina Fernández, y otras ampliadas con sus ministros, hasta la visita al Museo de la Memoria, donde se entrevistará con Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, reafirmando así su interés por la política de derechos humanos.
Además de repasar los programas sociales desarrollados en ambos países, esta nueva etapa implicará pasar de acuerdos comerciales a políticas de desarrollo que permitan una integración equilibrada. En este encuentro, la agenda de trabajo se centra en profundizar una relación económica a partir de inversiones en infraestructura y desarrollo que faciliten la articulación de cadenas productivas, recursos energéticos y la circulación de productos. En definitiva, pasar de un mercado a un espacio económico común.
De hecho, Dilma le propondrá a Cristina generar un “centro” que fije acciones en ese sentido. Con la Argentina, el objetivo es generar un polo industrial del sur que dinamice la integración productiva en algunos sectores, como la industria automotriz, donde “hubo una cierta desnacionalización de la producción de autopartes”, afirmó el asesor en relaciones internacionales brasileño Marco Aurelio García. La agenda prevé, entonces, temas como la articulación productiva en segmentos como la industria automotriz, la generación energética, como la creación de una usina hidroeléctrica en Garabí o la represa en Neuquén, y la de recursos como la explotación en conjunto de las reservas petroleras del Pre-Salt. Estas líneas se profundizan con planes de transporte y acuerdos técnico-productivos, reforzando un estilo de gobierno que valoriza las relaciones regionales, especialmente con América del Sur.
Esta iniciativa se complementaría con la explotación de la producción petrolera y la generación energética. Los megayacimientos del Pre-Salt, descubiertos en aguas profundas del litoral atlántico, a la altura de Río de Janeiro y Espíritu Santo, convirtieron a Brasil en país petrolero, que lo libera de vaivenes del precio internacional del crudo y dinamiza otras industrias, como la petroquímica. A esto, se suman las inversiones que se quieren hacer en la generación de energía.
Previamente, en la reunión de ministros del 10 de enero pasado, donde se planificó la visita, se acordó la firma de la creación de una hidroeléctrica binacional en Garabí –frontera entre Rio Grande do Sul y Corrientes–, un complejo que se estaría ejecutado en 2012 con una usina que generará unos 2.900 megavatios. Además, se abordará el financiamiento de 728 millones de dólares para la construcción de una represa sobre el río Neuquén, con fondos provistos del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil, entre otras inversiones. En definitiva, la visita de Dilma Rousseff confirma la convergencia de ambos países en un futuro de construcción común. De la guerra a la amistad. Las emergentes Provincias Unidas del Río de la Plata (1810) y el incipiente Imperio Brasileño (1822) comenzaron su vida independiente con una guerra (1825-1828) por la Banda Oriental (o Provincia Cisplatina) que terminó con la constitución de la República del Uruguay (1828). Posteriormente, en otra guerra (1865-1870), fueron aliados contra el Paraguay, que concluyó con la desarticulación de la estructura de relaciones económicas del virreinato, centradas en la Cuenca del Plata, como sostienen algunos historiadores.
Con la formación de los estados nacionales y su inserción en el capitalismo mundial a finales del siglo XIX, los países del Cono Sur se desarrollaron con fuerte vínculos hacia el centro europeo y EE.UU., sin relaciones comerciales sustanciales entre ambos, y sólo con algunos acercamientos políticos, como el apoyo del republicanismo desde 1889 o el acuerdo internacional del ABC (junto a Chile) en 1915, firmado frente al expansionismo norteamericano.
Sin embargo, los gobiernos de la Argentina y del Brasil tenían profundas desconfianzas geoestratégicas que mantuvieron hasta pasada la posguerra. Recién en los setenta, las alianzas anticomunistas de los militares generaron un acercamiento. Los lazos comerciales, impulsados por el desarrollismo, que promovía acuerdos regionales como Alalc o Aladi, tomaban cuerpo con un trasfondo de represión y desapariciones.
Con la democracia, los presidentes Sarney y Alfonsín firmaron un acuerdo en 1986, el Pice (Programa de Intercambio y Cooperación Económica), para fortalecer las instituciones republicanas, que sentó las bases para la constitución del Mercosur en 1991, que funcionó por un tipo de cambio alto, que favoreció el comercio intrazona, y declinó con las devaluaciones.
Tras la crisis neoliberal de 2001, la llegada de Néstor Kirchner, junto a Lula da Silva en Brasil, profundizó lazos económicos y se avanzó hacia nueva dinámica política, con alianzas con otros países de la región y otras bases institucionales como la Unasur, que se contrapusieron a la ofensiva norteamericana del Alca. En definitiva, con estos acuerdos en infraestructura, energía e integración productiva, la visita de Dilma Rousseff profundizará lo mejor de la historia integracionista entre los dos países.

4 comentários:

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