Viaje al mundo de Niemeyer
Una mega exposición retrospectiva en Madrid reúne las siete décadas de trayectoria del arquitecto brasileño de 102 años, que manifiesta otra vez sus ganas de seguir trabajando.
EL ARTISTA Y EL PRESIDENTE. Niemeyer y Lula durante un encuentro en el Palacio de Planalto en diciembre pasado.
En la exposición, organizada por y en la Fundación Telefónica en colaboración con la Fundación Cultural Hispano-Brasileña, abundan las maquetas, los dibujos y los croquis, además de una serie de libros, fotografías, una escultura y distintas proyecciones, y se podrá ver en Madrid hasta el próximo 22 de noviembre.
Desde sus primeros proyectos de arquitectura moderna en Brasil, allá por 1936 con la construcción del Ministerio de Educación y Sanidad en Río de Janeiro, el primer edificio moderno y a gran escala de la ciudad, hasta su producción de los últimos años, se aprecia la evolución de una arquitectura libre que huye del excesivo racionalismo.
En una entrevista con el artista, impresa en las paredes de la Fundación Telefónica, éste deja clara su admiración por las curvas femeninas y las sinuosas montañas de Río, aspecto que ha podido influir -según explicó hoy el comisario de la muestra, el arquitecto Lauro Cavalcanti- en su exploración de las posibilidades del hormigón armado y su adaptación a líneas curvas.
Cavalcanti, amigo personal de Niemeyer desde hace más de treinta años, se congratuló de que España cuente con esta retrospectiva del hombre que revolucionó los conceptos arquitectónicos allá por los años cuarenta, y recordó que la misma llega justo cuando está próximo a inaugurarse el primer edificio del artista en España, el Centro Cultural Internacional de Avilés, en Asturias.
Recordó que sus innovadoras propuestas le valieron las críticas de muchos colegas, que llegaron a considerarle más un escultor que un arquitecto, y destacó el hecho de que, a pesar de su longevidad, Neimeyer ha tenido más repercusión a partir de los años noventa que en la década de los sesenta, lo que pone de manifiesto su contemporánea forma de trabajar.
Este arquitecto, que se define apasionado de Mattise y Picasso en pintura, y Gabriel García Márquez o Baudelaire en literatura, y que no esconde sus debilidades ideológicas al citar a Marx o Lenin entre sus "héroes", sigue trabajando a diario en su estudio de Copacabana, donde a la pregunta de cómo le gustaría morir reconoce que "nadie quiere morir".
Entre las fotografías, dibujos y maquetas que muestra la exposición se encuentran algunos de los que han dado mayor reconocimiento internacional a Niemeyer, como el Pabellón de Brasil en la Feria Mundial de Nueva York, el edificio Mondadori en Milán, la sede del Partido Comunista Francés en París, la Universidad de Constantina en Argel o los mundialmente famosos conjuntos de Pampulha y Brasilia.
Además, el creador de un lenguaje alternativo en la historia de la arquitectura, según el cual la distancia más corta entre dos puntos es la curva, muestra también en esta exposición maquetas y dibujos de otras obras famosas suyas como el estadio de fútbol de Brasil, el Centro Cultural de Valparaíso (Chile) o el edificio de la TV digital de Brasilia.
El director de la Fundación Telefónica, Francisco Serrano, agradeció a la nieta del artista y directora de su Fundación, Lucía Niemeyer, su presencia en la muestra, destacó que pocos artistas son capaces de asociarse tanto a su país como Niemeyer a Brasil, y recordó que éste ha dejado su internacional huella, por el momento, en 457 proyectos arquitectónicos repartidos por todo el mundo.
Destacó el recorrido cronológico de la exposición, con una primera parte que incluye sus proyectos ya acabados, a la que sigue un apartado dedicado a la política, Río y las mujeres en el que se aprecia su culto por la belleza femenina y del paisaje de su país natal, así como su rebelión ante las injusticias.
La muestra acaba con un apartado de fotografías de Marcel Gautherot, el principal fotógrafo de sus trabajos y de la arquitectura moderna, y otra área con los proyectos de Niemeyer en marcha que promete dar mucho de sí aún.
Desde sus primeros proyectos de arquitectura moderna en Brasil, allá por 1936 con la construcción del Ministerio de Educación y Sanidad en Río de Janeiro, el primer edificio moderno y a gran escala de la ciudad, hasta su producción de los últimos años, se aprecia la evolución de una arquitectura libre que huye del excesivo racionalismo.
En una entrevista con el artista, impresa en las paredes de la Fundación Telefónica, éste deja clara su admiración por las curvas femeninas y las sinuosas montañas de Río, aspecto que ha podido influir -según explicó hoy el comisario de la muestra, el arquitecto Lauro Cavalcanti- en su exploración de las posibilidades del hormigón armado y su adaptación a líneas curvas.
Cavalcanti, amigo personal de Niemeyer desde hace más de treinta años, se congratuló de que España cuente con esta retrospectiva del hombre que revolucionó los conceptos arquitectónicos allá por los años cuarenta, y recordó que la misma llega justo cuando está próximo a inaugurarse el primer edificio del artista en España, el Centro Cultural Internacional de Avilés, en Asturias.
Recordó que sus innovadoras propuestas le valieron las críticas de muchos colegas, que llegaron a considerarle más un escultor que un arquitecto, y destacó el hecho de que, a pesar de su longevidad, Neimeyer ha tenido más repercusión a partir de los años noventa que en la década de los sesenta, lo que pone de manifiesto su contemporánea forma de trabajar.
Este arquitecto, que se define apasionado de Mattise y Picasso en pintura, y Gabriel García Márquez o Baudelaire en literatura, y que no esconde sus debilidades ideológicas al citar a Marx o Lenin entre sus "héroes", sigue trabajando a diario en su estudio de Copacabana, donde a la pregunta de cómo le gustaría morir reconoce que "nadie quiere morir".
Entre las fotografías, dibujos y maquetas que muestra la exposición se encuentran algunos de los que han dado mayor reconocimiento internacional a Niemeyer, como el Pabellón de Brasil en la Feria Mundial de Nueva York, el edificio Mondadori en Milán, la sede del Partido Comunista Francés en París, la Universidad de Constantina en Argel o los mundialmente famosos conjuntos de Pampulha y Brasilia.
Además, el creador de un lenguaje alternativo en la historia de la arquitectura, según el cual la distancia más corta entre dos puntos es la curva, muestra también en esta exposición maquetas y dibujos de otras obras famosas suyas como el estadio de fútbol de Brasil, el Centro Cultural de Valparaíso (Chile) o el edificio de la TV digital de Brasilia.
El director de la Fundación Telefónica, Francisco Serrano, agradeció a la nieta del artista y directora de su Fundación, Lucía Niemeyer, su presencia en la muestra, destacó que pocos artistas son capaces de asociarse tanto a su país como Niemeyer a Brasil, y recordó que éste ha dejado su internacional huella, por el momento, en 457 proyectos arquitectónicos repartidos por todo el mundo.
Destacó el recorrido cronológico de la exposición, con una primera parte que incluye sus proyectos ya acabados, a la que sigue un apartado dedicado a la política, Río y las mujeres en el que se aprecia su culto por la belleza femenina y del paisaje de su país natal, así como su rebelión ante las injusticias.
La muestra acaba con un apartado de fotografías de Marcel Gautherot, el principal fotógrafo de sus trabajos y de la arquitectura moderna, y otra área con los proyectos de Niemeyer en marcha que promete dar mucho de sí aún.
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