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segunda-feira, 2 de fevereiro de 2009

Cada vez se publicam mais livros na Argentina



En la industria dicen que, a riesgo de crear una sobreoferta, se edita más y en tiradas más chicas. La veloz rotación de los títulos publicados perjudica a los autores, libreros y editores

Por: Socorro Estrada
ABUNDANCIA. Entre reediciones y nuevas obras, en la argentina se publican anualmente 20.000 títulos.
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Un escritor demora dos años, en promedio, para terminar una novela y conseguir una editorial que se la publique. Los editores se toman meses para producir el libro terminado -diseño, diagramación, corrección- hasta llegar a la imprenta y la distribución en librerías. Se trata de un título que podrá vender, o no, cientos de ejemplares. Pero ese libro nuevo llegará a las librerías dentro del paquete de novedades mensuales -una librería importante recibe mil títulos por mes- y la realidad es que los libreros apenas logran saber de qué se trata. Treinta días después, si esa novela no fue un éxito de ventas, las librerías la incluirán entre las devoluciones del mes y los ejemplares volverán al depósito de las editoriales. Con suerte, ese libro terminará en una mesa de saldos donde se lo liquidará a bajo precio. Si no, se convertirá en pulpa de papel.

Autores, libreros y editores son víctimas de una industria que intenta ganar participación en el mercado ofreciendo cada vez más títulos. Se recae así en una sobreoferta de libros. ¿Vivimos en la época de "los demasiados libros", como dice el pensador mexicano Gabriel Zaid? En la Argentina los registros de ISBN hablan de 20.000 mil títulos nuevos por año, tendencia que crece: en el año 2008 se publicaron 19.663 títulos y solamente 2.828 fueron reimpresiones. En España, el ritmo de publicación es tan veloz que el servicio de novedades para las librerías es semanal. En fin, la cuestión se ha discutido hasta en la Feria del Libro de Francfort. Esta sobreoferta de libros hace que todos se anulen entre sí en la lucha por el espacio de exhibición en las librerías. Y el efecto real es que se vende menos, porque no hay tiempo para la humana recomendación "boca a boca" de un libro. Los libreros, abrumados por tantas novedades, exhiben sólo autores consagrados y libros de actualidad.

"Hay una canibalización entre las novedades, más que una sobreoferta. De cada tema hay miles de libros y autores, pero no creo que haya tantos lectores o compradores. Así, para un libro de autor desconocido es difícil ganarse un sitio en las librerías y llegar a los lectores", dice Analía Rossi, directiva de Aguilar-Grupo Santillana Argentina. Esta sobreoferta perjudica a las editoriales: fragmenta el mercado en un número infinito de títulos que se imprimen en tirajes cada vez más chicos. "En la Argentina, desde fines de la década de 1990, ya no existen títulos que vendan más de cien mil ejemplares anuales. Antes era normal que cinco títulos por año -entre todas las editoriales- alcanzaran esa cifra", recuerda Pablo Avelluto, directivo de Sudamericana.

Lo cierto es que tampoco las librerías pueden sobrevivir sólo con bestsellers: los cien títulos más vendidos en 2008 representan un porcentaje ínfimo de las ventas totales de libros en el país. El escritor Guillermo Martínez, autor del bestseller Crímenes imperceptibles, no ve tanto una sobreoferta como "un relegamiento progresivo de la literatura hacia la parte trasera de las grandes librerías. Adelante hay libros de autoayuda y cocina. No hay tanta oferta de literatura, la prueba es que muchos clásicos no se consiguen. Pero cualquier buen lector sabe que ciertos libros deben buscarse en las librerías chicas, especializadas". En el año 1984 Los amores de Laurita de Ana María Shúa era una de las cuatro novedades mensuales de Sudamericana. "Esa cantidad de novedades hoy da risa", cuenta la escritora. En su opinión, "a pesar de todo hoy se publican en el país más libros de autores jóvenes que hace veinte años, porque la industria necesita alimento y porque hay editoriales chicas que nacen y mueren, al compás de los vaivenes económicos del país".

En la Argentina se edita bastante y abundan los libros importados. Muchísimos no se venden, pero no es fácil decir cuándo "sobra" un libro. Pablo Avelluto, de Sudamericana, cree que "lo malo es que los libros no se consiguen en todas las librerías todo el tiempo y -por eso mismo- la rotación de títulos se aceleró tanto. Pero estamos en vísperas de fuertes cambios. Las librerías virtuales en Internet disponen de catálogos más amplios que cualquier librería real. El libro electrónico resolverá los problemas de espacio. La tecnología de impresión a pedido resolverá el problema de las bajas tiradas y los libros agotados que no se reeditan. Este cambio coexistirá con el libro tradicional, que se vende en consignación en la red de librerías reales ".

Probablemente la crisis económica actual moderará la edición de libros, la industria buscará otro equilibro entre calidad y cantidad. Al respecto, Daniel Divinsky, de Ediciones de La Flor, cuenta que su política siempre fue "editar poco y sólo títulos que consideramos valiosos". Sin embargo, para Divinsky, "la autorregulación es impensable en el capitalismo. La situación actual del mundo económico parece demostrarlo irrefutablemente".

La lógica del mercado
El experimentado librero Ezequiel Leder Kremer, director de la Librería Hernández, cree que "difícilmente se pueda ir contra la lógica del mercado. Los proyectos de autorregulación editorial no han pasado de ser confesiones culposas en voz alta. Es necesario autorregularse pero nadie puede hacerlo, porque hay que cumplir con los objetivos de facturación. Las grandes editoriales reconocen que la única manera que encontraron para garantizar las ventas es aumentar la cantidad de títulos editados. Los editores medianos y chicos, desarrollan estrategias basadas en el buen arte y oficio, pero también necesitan ventas". En su opinión, "los libreros hemos pasado de la preocupación por el exceso de novedades a la preocupación por un futuro donde el libro de papel entra en declive, por la aparición del libro electrónico. Con él cambia no sólo el soporte en si mismo, también los hábitos de consumo, la relación del lector con la literatura. El libro está perdiendo su lugar de privilegio, el papel, para disputar en el e-book de tinta electrónica una cuota de pantalla junto al correo electrónico, los diarios on line, las fotos, mensajes de texto y pornografía. Siempre habrá libros en papel, pero su edad de oro está terminando. Esperemos que la literatura sobreviva".

by revista Ñ

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